Saturday, February 10, 2007

Piramide (1995)

Cada paso será un eco resonando en sus oídos.

La oscuridad y se empieza a esclarecer la vista. Ves? Una caja podrida un muro de ladrillos grises e irregulares. Sube la vista. No es un muro, es una pared. Una ventana. Entra. Las paredes, el piso y el techo son también grises, aunque de un tono mas claro. Además de un cuarto, una alfombra, e innumerables grietas, al otro extremo del cuarto hay una puerta. ¿Qué esperas? Así. Cada paso será un eco resonando en sus oídos.

-Ahora veo…- ¿Qué ves? – Una escalera que me lleva a otra puerta. –Sientes la madera. Es un piso de tablones podridos. Mucho polvo. En esa puerta comienza otra escalera. Avanza. Sube. Es una torre…cilla. Estás en lo alto, bajo el tejado coniforme, frente a la última ventana. Quédate ahí.

Nos alejamos de ti. A esta distancia, el castillo tiene un toque de realismo exagerado. Caen varios relámpagos. Nos alejamos definitivamente de ti.

Nos encontramos frente a una ciudad dormida, de cuya silueta sobresale una torre altísima. De pronto, se enciende como un faro, se apaga, se enciende dos o tres veces, se apaga. Y quedaría en la oscuridad, de no ser por las franjas mas claras que han aparecido en el azul casi negro. Amanece.

En algún lugar de la izquierda hay una copa que despide llamas en su interior. Un resplandor azul rodea la base. Por la derecha entra una mano. El metal se estremece al ser tocado por la carne. Así, la mano pálida retira la copa que no despide llamas. Y donde estuviera su ligero peso, permanece un ligero resplandor azul.

Nos detenemos a mirar una estatua de perfil. Su expresión demuestra pánico, pero también decisión. A sus espadas, el viento mece un helecho y otras plantas verdes. En un momento determinado, su vestido y su cara resplandecen al reflejar una luz roja que parece acercarse. La llama gigante avanza de un extremo a otro.

En algún lugar a la derecha, hay una copa que despide llamas. Un soplo y se apagan. De la izquierda entra una mano enrojecida que levanta la copa y se la lleva. Y donde estuviera el objeto de metal, aparece un resplandor de fuego. Síntomas, consecuencias.

Ahora de espaldas, la estatua contempla un cielo rojo. Comienza a nevar. La silueta de aquella ciudad dormida se achica como si el aire extrajera partículas al cemento. Y la nieva contrasta violentamente contra el cielo rojo.

Frente a nosotros, la estatua no nos quita los ojos de encima, su base humea, poco a poco el fuego va subiendo. Y la piedra impasible, sin cambiar su expresión. Las llamas, lejos de ensuciar purifica, si… Purifican.

Y cada instante de silencio, se hará un eco resonando en mis oídos.

FIN

Y ahora, un fragmento de mi primer cortometraje que hice en 1995, basado en el cuento anterior, filmando cronologicamente en una camara VHS ya que no podia editar. A pesar las deficiencias tecnicas es,a nivel de atmosfera uno de mis trabajos favoritos. Cuando uno no sabe nada de cine ni esta contaminado por las enseñazas de una escuela es una inocencia que no se puede recuperar.

Esta es una escena de Piramide:



Para bajar la pelicula entera (de 31 minutos)

1 comment:

El Declamador Sin Maestro said...

Me parece que el secreto de que tu visión se trasmita tan hábilmente a la pantalla, sin necesidad de extender la mano para pedir recursos, es que tienes las ideas bien claras en la cabeza, para lo cual se necesita tener un gran dominio del lenguaje, que es de la forma que las organizamos. Eres un gran maestro y tienes mucho que enseñarnos a todos los que vemos un ejemplo en tí. Desearía que escribieras más y dejaras un poco la misantropía. Al cabo aquí no tenemos que vernos la cara ni empiojarnos en el amontonadero.