Notas Esporádicas
Notas de Cine
Monday, October 19, 2015
En la reciente censura del Rey se Muere, de Juan Carlos Cremata, resultan irrelevantes las vueltas e interpretaciones que evitan el problema de frente: ¿Ysi El Rey se Muere se refiere a Fidel Castro? Vamos, es una interpretación bastante obvia. ¿Para qué darle vueltas al asunto detrás de cinismos y atajos? Digamos que el Rey es Fidel Castro. ¿Y qué? En un arte verdaderamente iconoclasta nada puede ser sagrado. El artista cubano, debe ser capaz, como sucede en muchas partes del mundo, de tomar como inspiración a sus gobernantes directamente. El teatro es un espacio de confrontación y debate. Mientras el público no sea lastimado físicamente, no pasa nada. Con un título así en la Cuba de hoy, no es difícil imaginar de qué va la obra. Entonces quedaría al espectador, como en cualquier sociedad civilizada, la opción de entrar o no al teatro. Es así de sencillo. Si no te gusta: No entres. Y si estás dentro, abandona la sala.
Pero la censura jamás. Y no quiero escuchar cuando dicen que muchos funcionarios censores son víctimas. Nadie es víctima de una posición que acepta si no tiene la capacidad moral de renunciar.
Miguel Coyula
Publicado originalmente en el facebook, La Habana, 5 de julio de 2015
Tuesday, June 04, 2013
First 5 Minutes of Blue Heart on indiegogo
http://www.indiegogo.com/projects/blue-heart--2
Tuesday, August 07, 2012
Friday, July 27, 2012
Renunciar
Miguel Coyula sobre el cine y la renuncia de Fernando Pérez a la presidencia de la Muestra Joven ICAIC
Comprendo y respeto la decisión de Fernando. Mas allá de que este artísicamente logrado o no, el cortometraje Despertar merecía ser conpartido con el público.
Ya basta.
Ojalá que continue la Muestra, pero no será igual después de este pisotón. Creo en renunciar. Desde la infancia, he sido antisocial, cuestión de personalidad. Pero no he renunciado a hacer cine, a crear. Es lo único en esta vida sobre lo que puedo tener control absoluto. Sistemas políticos, religions, estructuras de poder, movimientos, líderes, siempre terminan decepcionando, porque la cima siempre toma una decisión que decepciona y te vuelve impotente, sobre todo cuando tus intereses suelen apartarse de la mayoría.
¿Sacrificio? No. Por nada que no sea la creación.
También creo en individuos, en los amigos, pero nunca en las masas, pues siempre han sido manipuladas a lo largo de toda la historia de la humanidad. En mi caso no hay nada que decir que sea nuevo. Pero no voy a darle la vuelta con verborrea que suavice: Claro que estoy harto de la censura en mi país, pero es el resultado de una estructura política podrida hasta la médula, que NO VA A MEJORAR, NI SERA SUSTITUIDA POR OTRA MEJOR, porque la mutilación sufrida se extenderá a varias generaciones, y en el resto del mundo tampoco existe otra alternativa humanista ejecutada con una efectividad que me seduzca.
Sé que soy apocalíptico.
Por eso hago películas y no política. No tengo vocación para lo segundo, y si la tuviera seguramente sería un dictador. Prefiero ser un apático en el mundo físico y no joderle la vida a la gente. Experimentar solo dentro de una pantalla de imágenes en movimiento. Vivir mas cerca del ermitaño y crear un mundo interior de universos imperfectos con la libertad de una subjetividad totalitaria. Una mezcla improbable de cinismo y romanticismo pero, al menos para mí, ha sido la única forma de dormir tranquilo.
Miguel Coyula
Sunday, November 27, 2011
Wednesday, September 07, 2011
Cine Independiente, Cine Dependiente
CINE INDEPENDIENTE, CINE DEPENDIENTE
Por Miguel Coyula
Creo que la utopía de un cine de ficción verdaderamente independiente –como cualquier utopía– no existe, siempre dependes de actores o de favores cuando menos. Pero hablando en términos de industria, es cierto que se ha incrementado la producción independiente desde un punto de vista económico, pero no siempre desde el punto de vista de contenido y forma. Muchas veces el cine independiente es concebido como un vehículo para darse a conocer en la industria y no así como una expresión genuina, sin filtros creativos. Para mí, el cine es la salvación. Un arte verdaderamente independiente es lo único sobre lo que podemos tener control absoluto. Es una obsesión. En mi caso es bueno que me interese el arte y no la política, de otra forma probablemente sería un dictador. La ventaja de tener un control total de los medios de producción es envidiable. La originalidad es algo muy difícil pero tampoco es necesaria. Lo importante es absorber tantas influencias para que nazca originalidad de una hibridez extrema.
Hoy en día se hace difícil encontrar algo que sea original. Por ejemplo ahora se ha puesto de moda el minimalismo en cine de arte de América Latina, los planos largos, ausencia de música incidental, o de estilizaciones extremas en la imagen, el tempo narrativo contemplativo, que es algo que hacía el cine europeo hace 40 años. Conste que creo definitivamente en las influencias para formar un lenguaje de hibrideces al límite. Pero no creo en la hegemonía de una moda, aunque sea cine de arte. Cuando empiezo a ver varias películas “de vanguardia” en la misma cuerda, me doy cuenta de que algo no anda bien. El melodrama en el cine de arte prácticamente se ha desechado, cualquier tipo de sentimiento sufre el destino de una esterilización, como adolescentes ocultando sus emociones por miedo a dejar de ser “cool”. Creo que vivimos en un momento muy blando donde lo políticamente correcto ha permeado gran parte del cine contemporáneo. Me refiero a las “películas de festivales” que muchas veces se diseñan de manera calculadora pensando en el público al que va dirigido la película de acuerdo a la moda imperante. Esto es normal por parte de las personas que invierten el dinero en el proyecto, pero es perturbante cuando los propios realizadores discuten estos términos como factor determinante en el resultado final. Lo cierto es que si una obra cinematográfica es sincera, siempre hallará una audiencia, aunque sea pequeña. Hay cineastas que filman para ganar dinero, otros que filman para festivales, y otros que filman porque no tienen otra salida que vomitar sus películas desde el subconsciente, sacárselas de adentro, exorcizárselas. No digo que los festivales y el dinero vengan mal. Pero si es ese el objetivo, estamos hablando en ambos casos de un cine dependiente.
Muchos aprecian el formato digital como alternativa barata al cine. Pocos veneran las características que lo hacen distinto. Creo que la profundidad del campo en el formato digital me parece un logro increíble de la tecnología: él impacto de un rostro lleno de arrugas y poros en hiper-nitidez de alta definición, al igual que el fondo que ya deja de ser fondo por estar en foco perfecto, el barroquismo de un plano donde todos sus elementos estén en foco, sin grano, para que el espectador elija a donde mirar y pueda así construir una interpretación más compleja de la imagen. Gregg Toland se extenuaba por lograr esto en el Ciudadano Kane. Ahora, 70 años más tarde, la tecnología lo permite y sin embargo los cineastas se matan por tener menos profundidad de campo, desenfocar el fondo, desaturar los colores, y quitarle nitidez a la imagen. Todo para que al preguntar uno la razón conceptual de tal decisión estética le contesten “porque así parece más cine”. Otras veces el Video Digital se ha malinterpretado mucho como idea de que su estética debe ser sucia, cámara en mano, foco y diafragma en automático. Basta de Dogmas.
No hay nada más triste que un joven haciendo cine “viejo” para ser asimilado por la industria. No hay nada más triste que reconocer las fórmulas del “género Sundance”, o del “género Cannes” en una película. Me viene a la mente ahora algo que dijo Godard: la cultura es norma, el arte es excepción. Cierto que Festivales como Sundance y Cannes programan películas más inteligentes que la media de Hollywood, pero por lo general evitan un cine verdaderamente incómodo. Es triste, pues la responsabilidad de un festival hoy en día (salvando algunas excepciones) parece ser más asegurar el cierto mínimo de interés comercial que no ahuyente a sus patrocinadores, y la corrección política de sus programas que asegurará un público comprometido con causas. Interesa, mucho más todo esto y mucho menos la integridad artística del proyecto.
Es culpa de los cineastas también. Creo que actualmente podemos encontrar un atrevimiento en el contenido, pero no tanto en la forma. Temas francamente incómodos son de alguna manera suavizados por la forma. Una puesta en escena perezosa, en piloto automático. Como si la memoria fílmica solo abarcara la década del momento. Resulta difícil encontrar estilos donde se pueda apreciar toda la evolución de la historia del cine. La independencia de una gramática visual está constantemente resentida por las tendencias del momento. No es culpa solo de todos los cineastas. Las excepciones sufren también por el poco riesgo que corren muchos de los programadores. No puede existir, no puede surgir un cine distinto, como movimiento si los promotores no corren el mismo riesgo que los cineastas que deciden arriesgarse. Hubo una época donde abundaban los críticos de cine, hoy predominan los cronistas. Hay menos críticas, y más reseñas. La letra, con sangre entra.
¿Y para que quejarse? No cambiará nada. Cada generación tiene los mismos conflictos que de una forma u otra terminan repitiéndose. Quizás mi visión apocalíptica del mundo, no sea más que un mecanismo creativo para mí. Quizás termine utilizando este texto, que comenzó como análisis del cine independiente, para alimentar la atmósfera de pesadilla que necesito como inspiración. No sé si sea masoquismo, pero encuentro cierta belleza en la alienación. Pudiera decir entonces que mis películas son escapistas? Puede ser. Terapia quizás. Tengo 34 años y ya soy un viejo. En realidad siempre fui un viejo y sin embargo me apasiono, me entusiasmo con ciertas cosas con la misma ingenuidad y desconcierto que un niño. Eso me parece esencial en el proceso creativo, el misterio de ciertas situaciones que un niño no puede llegar a comprender y que sin embargo dejan una huella imborrable. Mantener el misterio es una necesidad. El momento en que las respuestas cobran más relevancia que las preguntas significa la muerte como creador, pues quiero que la película continúe en mi mente, mucho después de los créditos.
Siempre he pensado que vivo dentro de mi mente, dentro de un universo alternativo que tiene poco que ver con la realidad física. Mis conceptos y principios estéticos son tan fuertes y específicos que mi primer impulso es descalificar lo que no me interesa, por eso tampoco serviría como crítico. Me cuesta ser objetivo. Por eso hago el cine que me gustaría ir a ver como espectador. No hay otra razón. Cada película ha sido muy distinta de la anterior, pero tampoco tengo temo repetirme.
Mi primer largometraje me tomó dos años, el segundo fueron cinco. Siguiendo la matemática, espero que el próximo no sean diez. Es difícil trabajar como un hombre orquesta toda la vida, pero lo haré mientras me quede algo de juventud. Comenzar un nuevo proyecto es el paso definitivo, una vez que comienzas ya no puedes parar. Espero terminar y decir que sigo siendo independiente. Es una posibilidad poco realista, pero existe.
¿Realismo? No espero nada de la realidad. Me veo obligado a distorsionar el mundo que me rodea para construir mi propio universo. Lo que sucede dentro de mi cabeza puede ser más real que el mundo físico. Todas las experiencias que un ser humano acumula durante su vida están destinadas a desaparecer con la muerte. Por eso hago cine, para preservar ideas, sensaciones, realidades alternativas que solo pueden existir como fantasías. Es mi responsabilidad con los pocos que compartan una sensibilidad afín.
Utopía: Eliminar la transmisión y traducción de una idea a un equipo. De la mente a la pantalla. Es importante no racionalizar la intensidad de una idea, no puede pensarse, hay que vivirla, sentirla de manera visceral, convertir la cámara en una extensión del brazo, como el pincel para el pintor. Los significados vienen después en la sala de edición. Quebrantar también la cronología tradicional de las tres etapas de creación, Guión, filmación y postproducción. Libertad de regresar a filmar cuando una idea irrumpe en la edición. Explotar verdaderamente la maleabilidad estética de la tecnología, con actores dispuestos a seguirte. Construir artesanalmente. Dirección de arte digital. Caos aparentemente organizado. Intuición sin barreras. Imperfección precisa. Lecturas múltiples. ¿Utopía? No siempre. A veces se logra.
PD: Publicado originalmente en el “Bisiesto” de la Muestra de Nuevos realizadores.
Saturday, February 10, 2007
Piramide (1995)
La oscuridad y se empieza a esclarecer la vista. Ves? Una caja podrida un muro de ladrillos grises e irregulares. Sube la vista. No es un muro, es una pared. Una ventana. Entra. Las paredes, el piso y el techo son también grises, aunque de un tono mas claro. Además de un cuarto, una alfombra, e innumerables grietas, al otro extremo del cuarto hay una puerta. ¿Qué esperas? Así. Cada paso será un eco resonando en sus oídos.
-Ahora veo…- ¿Qué ves? – Una escalera que me lleva a otra puerta. –Sientes la madera. Es un piso de tablones podridos. Mucho polvo. En esa puerta comienza otra escalera. Avanza. Sube. Es una torre…cilla. Estás en lo alto, bajo el tejado coniforme, frente a la última ventana. Quédate ahí.
Nos alejamos de ti. A esta distancia, el castillo tiene un toque de realismo exagerado. Caen varios relámpagos. Nos alejamos definitivamente de ti.
Nos encontramos frente a una ciudad dormida, de cuya silueta sobresale una torre altísima. De pronto, se enciende como un faro, se apaga, se enciende dos o tres veces, se apaga. Y quedaría en la oscuridad, de no ser por las franjas mas claras que han aparecido en el azul casi negro. Amanece.
En algún lugar de la izquierda hay una copa que despide llamas en su interior. Un resplandor azul rodea la base. Por la derecha entra una mano. El metal se estremece al ser tocado por la carne. Así, la mano pálida retira la copa que no despide llamas. Y donde estuviera su ligero peso, permanece un ligero resplandor azul.
Nos detenemos a mirar una estatua de perfil. Su expresión demuestra pánico, pero también decisión. A sus espadas, el viento mece un helecho y otras plantas verdes. En un momento determinado, su vestido y su cara resplandecen al reflejar una luz roja que parece acercarse. La llama gigante avanza de un extremo a otro.
En algún lugar a la derecha, hay una copa que despide llamas. Un soplo y se apagan. De la izquierda entra una mano enrojecida que levanta la copa y se la lleva. Y donde estuviera el objeto de metal, aparece un resplandor de fuego. Síntomas, consecuencias.
Ahora de espaldas, la estatua contempla un cielo rojo. Comienza a nevar. La silueta de aquella ciudad dormida se achica como si el aire extrajera partículas al cemento. Y la nieva contrasta violentamente contra el cielo rojo.
Frente a nosotros, la estatua no nos quita los ojos de encima, su base humea, poco a poco el fuego va subiendo. Y la piedra impasible, sin cambiar su expresión. Las llamas, lejos de ensuciar purifica, si… Purifican.
Y cada instante de silencio, se hará un eco resonando en mis oídos.
FIN
Y ahora, un fragmento de mi primer cortometraje que hice en 1995, basado en el cuento anterior, filmando cronologicamente en una camara VHS ya que no podia editar. A pesar las deficiencias tecnicas es,a nivel de atmosfera uno de mis trabajos favoritos. Cuando uno no sabe nada de cine ni esta contaminado por las enseñazas de una escuela es una inocencia que no se puede recuperar.
Esta es una escena de Piramide:
Para bajar la pelicula entera (de 31 minutos)